sábado, 28 de diciembre de 2013

Pesadilla antes y después de navidad

Tras el gran inicio de temporada en la ACB y la mejora sustancial en Europa, pese a que el arranque no fue tan bueno, logrando la clasificación más por casta que por talento, Unicaja parece ahora haberse empachado de polvorones -por las fechas que corren- y ya se le han atragantado más de un rival.

Tiempo muerto de Plaza durante el partido contra el CAI
(Foto: Web Diario Sur)

No cabe la menor duda de que la recta final del año, sobre todo la segunda quincena de diciembre, es para olvidar en el seno del club. 3 derrotas en los últimos 5 partidos, y todas en la competición doméstica. Sin duda, un balance muy pobre para un equipo que aspira a todo. Gipuzkoa, Monbus y Zaragoza celebraron la navidad a costa de un equipo malagueño falto de intensidad, concentración y sobre todo, ganas de ganar.

El lunes Unicaja se enfrenta al Fuenlabrada (en casa de los madrileños), en el que será el partido que cierre este año 2013. Hay dos opciones: si perdemos, el equipo podría descolgarse de la zona alta de la liga. Y si ganamos, además de nublar en parte la sensación de fracaso en la recta final, seguiremos en la pugna con los más fuertes. Más nos vale lograr la victoria, o sino al final vamos a acabar dando las gracias por ser los anfitriones en la Copa del Rey.¿Darlo todo en una competición para luego dejarse ir en otra? Posiblemente esa sea la razón que muchos utilicen para tratar de quitarle un poco de importancia al problema, aunque en verdad no le quita nada. Pero a mi no me valen las excusas. Bien es cierto que los encuentros en Siena y en Múnich desgastaron mucho, tanto física como psicológicamente. Pero también es verdad que este equipo tiene plantilla de sobra para competir al máximo nivel en ambas competiciones. Entonces, ¿A que se debe este mal juego?

Encuentro especial

Dejando a un lado los malos resultados y la última derrota en el Carpena, el viernes se dio una situación muy atípica en el mundo del baloncesto. Txemi Urtasun (Unicaja) y Alex Urtasun (CAI Zaragoza), hermanos y gemelos, se vieron las caras durante el partido y además, llegaron a defenderse.

 Alex Urtasun defendido por su hermano Txemi
(Foto: Web CAI Zaragoza)
A nivel colectivo todos sabemos a quién le fue mejor. Sin embargo, a nivel individual, aunque tampoco fuese para echar cohetes, fue el jugador malagueño el que salio mejor parado. Txemi hizo 7 puntos (con 2/4 en tiros de 2 y 1/3 en triples) y dio 2 asistencias para una valoración de 4 puntos. Por su parte, Alex se quedó en 5 puntos (con 1/3 en tiros de 2 y 1/2 en triples), cogió 2 rebotes e hizo 4 faltas, para una valoración final de -1. A pesar de todo, y dejando al margen las estadísticas, yo me quedo con la situación de los dos jugadores defendiéndose uno al otro, ¿Qué se dirían? Puede que eso nunca lo sepamos, pero siempre es curioso.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Ralph Sampson, la ‘torre’ que se derrumbó en Málaga

En términos de calidad, la ACB puede considerarse la segunda mejor liga de baloncesto del mundo, solo superada por la NBA. Razón de ello es que grandes jugadores de la historia de este deporte hayan pasado por nuestra liga. Y todos ellos dejando su huella. Ejemplos muy conocidos por todos son los casos de Drazen Petrovic, Arvydas Sabonis, George Gervin o Nate Davis. Por decir algunos.
Sin embargo, y siendo uno de los menos conocidos, en toda la historia de nuestra liga no ha habido un jugador, quizás solo el propio Gervin (4 veces máximo anotador de la NBA, 9 veces ‘All star’, miembro del ‘Halll of fame’…), con un curriculum NBA tan magnifico como el de Ralph Sampson. El hombre llamado a dominar el baloncesto español, pero que tuvo que colgar las botas de forma prematura.
Ralph Sampson y Hakeem Olajuwon
(Foto: Web Throwbacksnw)
El jugador más alto de la historia de la ACB (2,24 m) llegó a Málaga en la temporada 91-92 después de reinar en la NBA. La expectación que generó fue máxima, aunque nunca llegó a triunfar a este lado del charco. Los partidos que Sampson jugó con el denominado por aquel entonces Unicaja de Ronda pueden contarse con los dedos de las manos. Ocho encuentros en los que promedió 7 puntos, 6,8 rebotes en 28 minutos de juego, según la revista Gigantes. Y todo ello con unos porcentajes paupérrimos (29% en tiros de 2). Poco o nada quedaba de aquel jugador que había enamorado al baloncesto mundial, primero durante su etapa en la universidad y luego en los Houston Rockets. De hecho, en sus 9 temporadas en la NBA, consiguió ser ‘rookie’ del año en 1984, MVP del ‘all star’ del 95 (participó en 4 durante sus 4 primeros años), e incluso llevó a los Rockets a las finales de 1985. Denominado por muchos como el alero más alto de la historia del baloncesto, debido a su gran capacidad de anotar desde larga distancia.  Un jugador capaz de todo en plenas condiciones, pero que los problemas de rodilla le privaron de mostrar todas sus facultades a los aficionados malagueños.
Más que archiconocido es el apodo que recibió la pareja que formó durante sus primeros años en la NBA junto a Hakeem Olajuwon, ‘Las Torres Gemelas’. Una dupla interior en la que el ‘50’ de Houston ocupaba la posición de ala-pivot, pese a medir 15 centímetros menos que su compañero. Incluso en alguna ocasión  llegó a decir que le hubiera gustado jugar de base. “Twin Tower”, pese a su altura, tenía una habilidad innata para el manejo del balón. Por desgracia, como si fuese un presagio del fatídico 11M, una de las torres cayó de manera cruel y sin esperarlo nadie.
Sampson en las filas de Unicaja
(Foto: Web Solobasket)
Muchas son las anécdotas que se pueden contar sobre él. Por ejemplo, ex compañeros suyos, como es el caso de Gaby Ruiz, cuentan que “antes de cada partido le tenían que extraer varias jeringuillas de sangre de las rodillas”. Además, en un reportaje sobre su vida realizado por Javier Ortiz, el propio Sampson relató que no todo lo malo fue a nivel deportivo. Según él, el alojamiento que le proporcionó el club le causaba multitud de incomodidades. “Tuve que adaptarme a unas camas que eran muy pequeñas, y no había calefacción central en el apartamento que me dieron, así es que a veces pasaba mucho frío”. Sus anécdotas quedan ahí, para el recuerdo de todos los malagueños. Mientras, Sampson sigue preguntándose por qué diablos llaman a esto ‘La Costa del Sol’. Curioso, pero cierto.
Pese a todo, el ex jugador también guarda buenos recuerdos de su paso por España, sobre todo en lo referido a las playas y a la gastronomía. Todo ello después del duro periodo de adaptación al clima y la cultura mediterránea. Además, entre estos buenos recuerdo, el pivot destaca que aún guarda buenas amistades por aquí. Concretamente se refiere a Manolo Rubia, quien fuera delegado del Caja de Ronda y actual director deportivo de Unicaja. El estadounidense y Rubia siguen manteniendo un estrecho vínculo de amistad que sobresale entre los malos recuerdos.
Tras su paso por Andalucía, la carrera  de Sampson continúo en declive.  Actualmente, aunque en menor medida, su vida sigue en parte ligada al mundo del baloncesto. En 2012, los Suns le contrataron como asistente para agudizar el desarrollo de Gortat, aunque el experimentó no funcionó bien. Además,  recientemente han salido rumores de que se ha ofrecido a los Rockets, sobre todo para ayudar en la resurrección de Dwight Howard.
Como se puede comprobar, Sampson también dejó su huella en la ACB, aunque fuese una huella escasamente exitosa -por no decir nula-. Sin duda, el de Virginia será recordado en el ocaso de su carrera, como el jugador con más talento y a la vez el mayor fracaso que ha pasado por Málaga a lo largo de toda su historia.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El Carpena ha vuelto

El Carpena vibró con su equipo (Foto: Web Diario Sur)

Lo que sucedió el pasado jueves en el Carpena, no es algo que se vea todos los días. Ni mucho menos. Lejos quedaban para muchos aficionados las apasionantes jornadas de baloncesto que se vivían en Málaga hace tan solo unos años. Y muchos, ya se estaban acostumbrando a un público apagado y a una cada vez más escasa entrada. Estaba claro. Esta ya no era la mejor afición de España (Y de las mejores de Europa).

Cabe destacar que los resultados tampoco acompañaban, y que hace tan solo una temporada el Málaga CF vivió el mejor año de su historia. Sin embargo, en la jornada del jueves la situación cambió. La transcendencia del partido, puesto que si Unicaja perdía estaba eliminado de la Euroliga, generó que se formaran largas colas en las taquillas. Joan Plaza y los jugadores pedían llenar el Palacio. Ahora más que nunca necesitaban a su afición, y estos respondieron de la mejor forma que saben.

Cerca de 8.900 gargantas hicieron vibrar a todo un pabellón y conducir a su equipo hacia la victoria. Y lo digo sin exageraciones. Desde el pitido inicial se notó al público muy activo, con ganas de cantar, saltar y ser uno más de la plantilla.  Y esa fuerza fue la que se transmitió a todos y cada uno de los jugadores.

El partido fue de altibajos. Los malagueños comenzaron muy enchufados, tras el gran recibimiento de la afición con pancartas bajo el lema “Somos un equipo”-Por cierto, genial trabajo del equipo de Marketing (todo hay que decirlo). Sin embargo, la situación dio un giro completo durante el final del segundo cuarto, el tercero y parte del último. El Bayern Munich se empezó a sentir cómodo en pista, mientras los de plaza no veían la solución para ponerse por delante de nuevo.

Con 8 puntos de diferencia y a falta de 5 minutos para el final, Joan Plaza pidió tiempo muerto. Su equipo se encontraba al borde de la eliminación. Los malagueños se colocaron en una zona 2-3 (que fue clave) y el rugido del público empezó a sonar cada vez más fuerte. Los jugadores se hicieron eco del efecto de los aficionados y apretaron los dientes en defensa. Robos de balones, triples, mates y alley oops. Durante estos minutos, el conjunto malagueño aplicó la regla básica del baloncesto: Disfrutar mientras se juega. ¿El resultado? Un triunfo vital que se queda en casa.


Por suerte, yo fui uno de los presentes en el Martín Carpena. Y lo digo sin tapujos. Disfruté como un niño pequeño. Fueron minutos en los que Unicaja convirtió el baloncesto en poesía, si querían hacer algo, lo hacían y muy bien. Llevaba mucho tiempo sin ver un partido así. Más allá de la victoria, me quedo con la sensación que se te queda. Parece que el Carpena ha vuelto, y espero que sea para quedarse. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Cuando te complicas la vida

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, y puede que el viejo dicho tenga toda la razón del mundo. Si consideramos esto como una secuela de lo escrito la semana pasada (Cuando dependes de ti mismo) la frase puede aplicarse de maravilla. En efecto, la situación de Unicaja no es para nada buena.

Carlos Arroyo se exhibió contra Unicaja (Foto: Web Diario Sur)
Seamos un poco críticos. En lo que llevamos visto hasta ahora, el conjunto malagueño sigue siendo un equipo capaz de lo mejor y de lo peor. Los de Plaza aún no han logrado ganar a ningún rival de verdadero prestigio, ni en ninguna pista clave (lejos de la victoria en Miribilla). Si es cierto que las sensaciones que transmiten son mejores, pero el problema radica en que no terminan de sentenciar la victoria. Lo que hace que el esfuerzo caiga en saco vacío (ojala a la larga me equivoque). 


Tras la derrota de ayer frente al Galatasaray, Unicaja se ha metido en un buen lío. Solo restan dos jornadas de la primera fase de la competición y conseguir el billete para la siguiente pasa por ganar sendos partidos. El primero será la próxima semana en el Carpena frente al Bayern Munich (en Alemania perdimos 82-68) y el segundo se disputará a la siguiente en Italia frente al Montepaschi (en Málaga nos ganaron 73-75). Dos huesos duros de roer. 

Es cierto que, a día de hoy y visto lo visto, conseguir la clasificación se antoja muy complicado. Pero seamos sinceros, el potencial de los malagueños es muy superior al de alemanes e italianos. Por un lado, el Bayern, que sí, puede que lo estén haciendo muy bien, pero siguen siendo los debutantes y aún le queda mucha experiencia que adquirir. Y por otro, el conjunto italiano es el peor Siena de los últimos años. Es difícil, pero para nada imposible. 


Finalmente, y poniéndome en el peor de los casos, no quiero ni imaginar que pasaría si no logramos la clasificación. Si ya de por sí la Euroliga no terminar de calar entre el público malagueño, ¿Qué ocurriría si terminamos jugando la Eurocup? ¿Un Carpena más vacío aún? Y por si fuera poco, se abriría la ventana a todos los equipos que ansían tener nuestra licencia A. Los malacitanos siguen dependiendo de si mismos, menos mal, pero esto es lo que ocurre cuando te complicas la vida. Unicaja, volumen II.