sábado, 23 de noviembre de 2013

Vassilis Spanoulis, genio y demonio al mismo tiempo

Existen todo tipo de jugadores. Claramente ofensivos, claramente defensivos, estrellas rutilantes, los que realizan el trabajo “sucio”, especializados en una faceta…Y luego, por encima de todos estos, están los genios. Ese tipo de jugadores que sabes que te puede ganar un partido él solo, que no sabes cuándo aparecerá, y cuando lo hace es mejor rezar todo lo que sepas. Pero lo curioso, es que estos genios son a la vez los “demonios” del baloncesto. Si amigos lectores, este perfil de jugador es un genio para todos aquellos aficionados que lo disfrutan, pero al mismo es un “demonio” para todo aquel que lo sufre.

Pues bien, Vassilis Spanoulis es, actualmente, el mayor ejemplo de genio baloncestístico. Pocos jugadores hay con la capacidad del base griego de cambiar el devenir de un partido en una abrir y cerrar de ojos. Y además, da la sensación de que lo hace sin que le genere el más mínimo esfuerzo. Increíble.

Spanoulis vs Unicaja (Foto: AFP)

Ayer tuve la suerte de poder verle jugar en directo. Miles de veces lo he visto por televisión y no terminaba de convencerme la impotencia que genera en los rivales, que los deja perplejos ante su superioridad en la pista. Servidor siempre achacaba esto a una relajación del equipo contrario. Pero en el día de ayer este hombre me demostró que eso no es así. Cuatro triples consecutivos suyos, y uno en suspensión hacia atrás y con un jugador de Unicaja encima, bastaron para dale la victoria a su equipo, habiendo dado la vuelta al encuentro radicalmente. Y todo ello sin que apenas le cambiase la expresión de la cara. Vuelvo a reitérame, INCREÍBLE.


No es el más alto, ni el más fuerte, ni tampoco el más rápido. Simplemente es un genio de este deporte. Un tipo que te baja del Olimpo del baloncesto cuando crees estar tocando la cima, para decirte que tendrás que pasar por encima de él para coronarte. Y muy pocos lo consiguen. Lo hizo en la Final Four contra el Madrid, y ayer lo volvió a hacer en Málaga. Podemos decirle de todo por la rabia que da perder un partido, pero en realidad debemos darle las gracias por lo que aporta a este magnífico deporte.

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