sábado, 9 de marzo de 2013

Magnífica inocencia


Lo más común que cualquiera de nosotros puede encontrarse cuando asiste a un pabellón de baloncesto son personas gritando o insultando a los árbitros o equipo contrincante. Con esto no estoy diciendo que no animen, por supuesto que lo hacen, pero todos sabemos que es lo que ocurre cuando un partido se pone “caliente” o se produce alguna situación con la que el espectador no está de acuerdo, y yo me incluyo dentro de esos tantos. Concretamente en el caso de Unicaja llevamos una temporada en que, ya no solo los árbitros y los equipos rivales son los que salen abucheados del Carpena, sino que los propios componentes del equipo de Málaga son los insultados. Es lógico que viendo la actitud de los jugadores en muchos partidos el público se canse y se lo recrimine, aunque sea a base de insultos. Pero no todo es negativo, puesto que esa mayoría de aficionados que se ven frustrados con la incompetencia de sus jugadores, se compensa con un pequeño grupo, y no por ello menos importante (yo incluso diría que más), que acude cada semana a ver el partido con la ilusión y la sonrisa del primer día. Ese día en que tu padre te lleva por primera vez a ver un partido de baloncesto, un momento que nunca se olvida. Ese pequeño grupo del que hablo, y recalco lo de pequeño, son los niños. Efectivamente, los peques, inconscientes del mal momento por el que está pasando el equipo de los Guindos, derrochan la misma ilusión cada partido. Esa ilusión es la que se transmitió ayer a todos los que asistimos al Palacio de deportes, grandes y pequeños disfrutamos ya no tanto por la victoria, que también, sino del baloncesto, nosotros nos divertimos animando y Unicaja jugando. Y yo creo que ese ambiente se lo debemos a esos pequeños individuos, que puede que cuando sean adultos vean la ilusión en la cara de otros niños y piensen como yo. Por ello digo que cada vez que asistan a ver un partido, no solo miren a la pista, sino también a la grada. De verdad, merece la pena.

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